domingo, 3 de febrero de 2013

El Falx y la Rhomphaia

Voy a dedicar esta entrada completa a dos armas que siempre me han llamado la atención: la rhomphaia y la falx o falce, aunque la línea divisoria entre ambas es muy fina y se pueden confundir con mucha facilidad.

Falce de una sola mano.
Parece ser que la falx (hoz, en latín) tuvo su origen en Dacia, al norte de Grecia, y perduró en los tiempos del Imperio romano, llegando a ser un arma de gran utilidad contra los ejércitos de Trajano, quienes sufrieron en sus carnes la efectividad de esta máquina desmembradora. Los antecesores de este arma fueron, posiblemente, hoces de uso agrícola, y lo más probable es que fuera portada al principio como arma de circunstancias por campesinos sin recursos armamentísticos.
Como se puede apreciar en la ilustración, se trata simplemente de una hoz con el filo en su parte interior, otorgándole una gran capacidad ofensiva. Un arma de estas características es capaz de imprimir una potencia colosal contra los miembros del enemigo, llegando a cortarlos de cuajo aún cuando  éstos llevasen protecciones. Los golpes de esta arma son inequívocamente de tajo, aunque el final en punta puede utilizarse como pico para atravesar una coraza resistente, rasgando la misma una vez se ha abierto brecha simplemente tirando hacia abajo. El poderoso filo hará el resto, dejando tras de sí una herida de considerables dimensiones.
 En el caso de ser un falce de una solo mano, se podía complementar con un escudo, manteniendo una buena defensa con un ataque inmejorable. Además, el arma de una sola mano podía desviar fácilmente tanto las armas como el escudo del enemigo, dejándolo a merced de un ataque. Su esgrima difiere mucho de la de una espada corta, ya que no tiene capacidad para punzar o desviar como una espada normal, su uso defensivo se asemejaría más al de una daga de parada del siglo XVII. El falce de una sola mano poseía una longitud total de unos 50-60cm, de los cuáles unos 10-15 correspondían al mango, lo que le proporcionaba gran manejabilidad al poder efectuar giros de muñeca, algo que muy pocas armas de tajo pueden conseguir.  Existieron a su vez falces de dos manos (1.20-160 m, de los cuales la mitad correspondían a la hoja), mucho más útiles en cuanto a capacidad ofensiva, sin embargo descuidaban enormemente la defensa, haciendo muy complicado responder a un ataque que sale de detrás de un escudo buscando atravesar el estómago. La necesidad de hacer únicamente movimientos circulares cansa muy rápidamente al portador, que debe mantenerse a distancia para evitar ser alcanzado. La capacidad desmoralizadora de este arma es colosal, permitiendo mantener al enemigo a una distancia óptima y a la defensiva, maximizando la efectividad. No es un gran arma si el enemigo consigue mantenerse sereno tras su escudo.
Falce a dos manos
Históricamente, la efectividad de este arma causó una gran impresión entre las tropas romanas, teniendo estas que modificar su armamento defensivo durante la campaña, reforzando el yelmo con bandas metálicas, así como los hombros, bordes del escutum y añadiendo protecciones en el brazo derecho (el portador de la espada) y piernas. 


La rhomphaia tiene su origen en Tracia y su morfología es similar a la del falce, sin embargo, tiene algunas diferencias determinantes:
la longitud de la rhomphaia a una sola mano es muy superior a la del falce, con unos 50-80 cm de hoja y 40 de mango, limitando su uso a soldados con una enorme fortaleza física, ya que en la otra mano debían portar el escudo mientras manejaban la enorme rhomphaia. Cabe resaltar que la curvaura de la rhomphaia es mucho más suave y uniforme que la del falce, siendo en algunos casos totalmente recta, lo que la convierte también en un arma punzante aunque no sea este su cometido principal.

 En la imagen superior se puede observar la rhomphaia en manos de dos tracios (siglo II a.C), que podía ser usada como una espada bastarda  si la situación lo requería, aunque el manejo es ligeramente distinto, ya que busca cortes más amplios y no esquiva las zonas defendidas de la armadura ni el escudo en caso de que el enemigo lo porte. Salvando algunas distancias, los movimientos con el arma podrían asemejarse a los de una katana utilizando a su vez un escudo, ¿a que resulta una idea aterradora? 
La rhomphaia a dos manos posee las mismas características, incluso podría ser la misma que la de una sola mano con un mango de superior longitud, lo que dificulta mucho su uso con una sola mano al aumentar la masa y el momento de inercia pero sin mejorar la palanca, restando potencia a los envites. Por ello, la rhomphaia a dos manos prescinde de escudo para su defensa mientras aumenta enormemente la efectividad ofensiva, tanto cortante como punzante, arrojando unos resultados numéricos que superan incluso a un hacha de dos manos nórdica, teniendo en cuenta que la rhomphaia es más versátil y menos engorrosa de utilizar. No es de extrañar, por lo tanto que su uso siguiera vigente hasta en la guardia Varangiana bizantina allá por el año 1000 d.C, aunque su hoja fuera más recta y se asemejara más a una espada similar al faussard.
"Rhomphaia" medieval
El poder de la rhomphaia, independientemente de la variante, es devastador. Aunque las hojas curvadas hacia atrás como los sables y katanas son más sencillas de manejar, el filo interior del falce y rhomphaia imprime a los golpes un mayor poder de tajo, sin perder la oportunidad de culminarlo con un corte en el caso de la rhomphaia. He de decir que en manos inexpertas la hoja se "alabea", tendiendo a golpear de canto al objetivo, lo que requiere una gran tensión en los músculos de los brazos y la espalda, cansando rápidamente al usuario. Sus grandes dimensiones y carencia de pomo o contera la convierten en un arma poco útil en espacios reducidos, y su larga hoja puede doblarse con facilidad si es golpeada de perfil, inutilizando el arma, cosa que sucedería con frecuencia en la época en que fue concebida, cuando el bronce o hierro no eran tan tenaces y resistentes como las aleaciones modernas.
Para concluir esta entrada solo me resta decir que estas armas con forma de hoz tuvieron una bastarda llamada sica, una espada corta curva usada tanto en batalla como en las arenas de los anfiteatros romanos por los "tracios", gladiadores que imitaban el armamento de este pueblo.

Aquí podemos apreciar un boceto de una sica, con características tanto del falce como de la rhomphaia.















El Marqués de las Doce y Media ofrece un adiós, si les place; y si no, también.

4 comentarios:

  1. Mis congratulaciones, Sr. Marqués, por la calidad del blog. Bueno es que seamos cuantos más mejor los que nos dediquemos a la difusión de estos temas belicistas que hoy día, con la plaga de lo políticamente correcto, toman a los aficionados a estos chismes como psicópatas o simples frikis matamarcianos.

    En breve enlazaré su blog con el mío.

    Un saludo y ánimo

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    1. Celebro con entusiasmo que le gusten las entradas y le quedo agradecido. Como siempre, utilizaré su blog como mentor y a él me remitiré como autoridad en la materia.

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  2. ¿La falx será más potente que un hacha danesa?

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    1. Dada la capacidad del hacha de hender con todo el peso en un extremo, no: es más potente el hacha danesa a dos manos. Personalmente prefiero una rhomphaia a dos manos antes que un hacha danesa, principalmente por la calidad del metal y por estar más habituado a esa forma de esgrima, pero la contundencia de la morfología del hacha a dos manos es superior, al menos comparando sólo la contundencia.

      Un saludo

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