viernes, 1 de febrero de 2013

Técnicas de combate: Tajo y corte.

Como es sabido por muchos, existe una diferencia insalvable entre los conceptos "tajo" y "corte". Quizás para los más noveles en estas lides pueda parecer que son sinónimos, pero tienen utilidades muy diferentes en combate.
Bracamarte
El tajo. El término tajo se refiere a un corte producido por un arma de filo, pero que posee cierto peso, el suficiente como para producir una herida abierta únicamente mediante el impacto por su parte filosa. El tajo por excelencia es el de un bracamarte, un híbrido entre espada y hacha que posee energía cinética suficiente para dejarlo a uno en el sitio. Sin embargo también se pueden efectuar tajos con otras armas cortantes, como gujas, hachas, flambergas e incluso espadas corrientes. La mecánica de este golpe es muy sencilla: se suele efectuar con una sola mano, con el fin de que el arma recorra un arco muy amplio y adquiera mayor potencia al golpear. Todo el peso del arma se concentra en un filo muy aguzado, lo que maximiza la penetración. Las técnicas que implican un tajo requieren mantener el arma en constante movimiento, describiendo órbitas circulares que permitan maniobrar con facilidad a la hora de efectuar un ataque. Es muy importante a la hora de realizar un tajo acompañar el movimiento con la cadera, a fin de maximizar la potencia en el momento definitivo. El golpe de tajo es extremadamente efectivo contra armaduras ligeras, ya que permite una penetración en el objetivo sin precedentes, causando severas hemorragias, cortando músculos y tendones y partiendo huesos debido a la gran presión desarrollada. Contra cotas de malla no es aconsejable, ya que aunque el impacto puede desmallar la armadura y se pueden fracturar los huesos subyacentes, una buena cota de malla remachada junto con un gambesón pueden detener estos golpes, convirtiendo un golpe letal en uno severo. Además, la cota es un amortiguador excelente, por lo que aligera el trauma por impacto y permite que la hoja resbale con mayor facilidad si no ha penetrado en el blanco. Contra armaduras rígidas debe efectuarse con precaución: si se impacta con el ángulo adecuado puede aplastar la placa y causar heridas graves al portador, pero el filo corre un gran riesgo de rebotar si no consigue morder el metal, perdiendo casi por completo el control sobre el arma, con el objetivo intacto y dispuesto a lanzar un contraataque ahora que estamos desequilibrados y a su merced. La gran ventaja de estas armas es la innecesidad de precisión a la hora de alcanzar al enemigo. Un golpe en el yelmo puede aturdir e incluso dejar inconsciente al oponente (en el caso de que no le hayamos abierto brecha hasta el cerebro), un golpe en las articulaciones o extremidades  suele acabar con la fractura de huesos y con la pérdida del equilibrio, algo fatal si nos encontramos acorazados. Otra gran ventaja de estos golpes es que son extremadamente complicados de desviar, y un escudo que recibe estos golpes puede quebrarse con facilidad, o dejar al brazo que  lo maneja severamente entumecido o incluso fracturado. La última gran ventaja es el impacto devastador sobre la moral enemiga: los destrozos que pueden dejar estos golpes son suficientes como para que los más avezados se lo piensen dos veces antes de medirse con ellos. Sus desventajas radican en que requiere una gran maestría para un manejo efectivo y la desprotección fatal que puede generar un tajo errado, aparte que los movimientos de tajo son muy cansados para el portador, y se requiere una gran fortaleza física para aguantar más de cinco minutos de combate.
El corte. El corte es menos conocido y muy difícil de ejecutar por inexpertos. Consiste en efectuar un tajo, pero con mucho menos ímpetu, ya que el daño principal proviene de deslizar la hoja en la incisión abierta, aumentando las dimensiones de la herida, así como su profundidad. Las hojas óptimas para el corte son los cuchillos, sables, espadas y todas aquellas hojas que no posean la suficiente masa para causar un gran destrozo por medio del mero impacto. Huelga decir que estas hojas deben estar generosamente afiladas para causar el efecto deseado, de lo contrario, la herida producida no alcanzaría la profundidad requerida para causar daños de importancia. La mecánica de este movimiento reside en la muñeca, que debe ser muy fuerte para aguantar la posición del arma mientras se desliza sobre la herida. Los cortes son muy útiles dado que permiten alternar ataques sin descuidar la defensa si se falla el objetivo, y efectuar golpes precisos a zonas escogidas por su vulnerabilidad. Los movimientos permiten ser encadenados unos a otros, manteniendo una posición más descansada y más ventajosa tácticamente que si sólo persiguiéramos el tajo. Los cortes son prácticamente inútiles a la hora de acometer armaduras de placas o cotas de malla, ya que es difícil incluso que causen contusiones incapacitantes. Sin embargo, es un ataque devastador contra zonas protegidas únicamente por cuero o paño fuerte. El uso de cortes implica una gran agilidad, y son igualmente útiles a corta distancia que a media distancia, al contrario que el tajo, que necesita un gran arco para ser efectivo. Un arma de corte que falla su objetivo puede acercarse rápidamente a su contrincante a una distancia de menos de 30-40 cm y deslizar simplemente la afilada hoja de su arma contra una zona desprotegida. Una de las armas de corte más versátiles que he podido manejar y estudiar es la katana, de la cual hablaré con más profundidad en otra entrada, pero ya adelanto que es bastante inútil contra armadura. Añadiré que el corte perfecto requiere de ambas manos y es sumamente importante pivotar el pie del lado hacia el que se está efectuando el corte, a lo que seguirá el cuerpo; sin embargo, no es necesario rotar la cadera como en el caso del tajo.
Llagados a este punto siempre sobreviene la pregunta: ¿cuál es más útil, el tajo o el corte? Siento decir que la respuesta es que depende. Como siempre, depende del usuario y del contrincante, del arma que estoy empleando, las defensas de mi oponente, etc. Yo me inclino por las armas preparadas para el tajo, ya que la mayoría pueden efectuar cortes si la ocasión lo requiere (las hachas no, por ejemplo), y el manejo de las técnicas de tajo me resultan mucho más cómodas y naturales (a mí, personalmente) que aquéllas diseñadas para el corte.
El Marqués de las Doce y Media ofrece un adiós, si les place; y si no, también.

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